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Gestión de las vacaciones

29 de julio de 2011

Llegadas las fechas veraniegas son muchas las empresas que tienen verdaderos problemas para coordinar las vacaciones de los equipos de obra. Toda la discusión se centra en conseguir el equilibrio entre los derechos del trabajador y la necesidad de producción.

En primer lugar, por ineludible,  deberíamos hablar del derecho del trabajador. Considero una suerte el pertenecer a una sociedad civilizada en la que el derecho al descanso queda establecido por ley. Por tanto, las empresas deberán tener en cuenta este derecho a la hora de programar los trabajos en la obra. Considero una práctica deplorable la de aquellos empresarios que despiden a sus trabajadores el uno de agosto para volver a contratarlos el uno de septiembre. Este tipo de actuaciones debe perseguirse. 
Ahora bien, también es cierto (y lógico) que la ley permite condicionar las fechas en las que el trabajador pueda disfrutar esas vacaciones, en función de la carga de trabajo. 
La mejor solución, como siempre, es la consensuada por ambas partes. El empresario no deberá olvidar que las vacaciones no disfrutadas durante el verano, y retrasadas indefinidamente, se verá obligado a concederlas en diciembre. Esta situación añadida a los muchos días festivos de ese mes y las posibles pérdidas de jornadas laborales debido a inclemencias climatológicas, hará que diciembre sea un mes escasamente productivo (a tener en cuenta en las previsiones de producción - facturación).

Otro aspecto a considerar es el cumplimiento contractual. Ya sea porque está expresamente reflejado en el contrato o por necesidades de cumplimiento de planning es muy probable que la obra deba permanecer abierta durante el período vacacional. Si el plazo es tan ajustado que no permite la ausencia de ningún miembro del equipo de obra, lo razonable será posponer las vacaciones de éstos hasta que termine la obra. Todo ello sin olvidar las limitaciones que comentábamos en el párrafo anterior. 
La situación intermedia es que la obra no cierre y el equipo de obra organice sus vacaciones de forma que la ausencia de alguno de sus miembros no afecte de forma sensible a la producción y la seguridad. En este caso, es muy recomendable que las vacaciones del jefe de obra y del encargado no coincidan en las mismas fechas.

No debemos olvidar que una obra abierta cuando todo el mundo guarda vacaciones tiene muchos inconvenientes. Siempre falla aquello de lo que "casualmente" es responsable el ausente. Lógico, porque es una responsabilidad deficientemente cubierta o totalmente desatendida. Y tengamos también en cuenta que otros partícipes de la obra, la dirección facultativa, el coordinador de seguridad, etc. también pueden encontrarse ausentes.

Si los compromisos lo permiten la mejor solución será cerrar la obra durante un tiempo. Una manera de facilitar esta solución sería programar dentro de la planificación de trabajos de la obra, este cierre por vacaciones.


Saludos amigos y buen verano
Pedro domingo

La competitividad en la empresa constructora.

22 de julio de 2011 

Tratar el tema de la competitividad en la empresa constructora resulta complejo, porque en el mundo de los negocios, y en este sector en particular, existe una tendencia desmesurada a equiparar competitividad con "el precio más barato".

Cuando vamos a la frutería, a simple vista vemos qué cerezas tienen mejor aspecto, incluso las podemos probar. Cuando compramos un coche tenemos una ingente información técnica, análisis comparativos, fotos y vídeos. Pero ¿cómo convencer a un promotor de que nuestra empresa constructora es su mejor apuesta?; máxime cuando lo que hoy compra, la adjudicación de una obra, tiene un período de maduración largo (de uno a dos años) hasta ofrecer los resultados finales, la entrega de la obra ejecutada.

En nuestro caso la mejora en competitividad estará inequívocamente unida a la búsqueda de la excelencia. Sólo de esta manera podremos dar el mejor servicio al menor coste. La optimización de recursos y el control del gasto serán una necesidad y una obligación.

De todas las áreas de la empresa, el departamento de producción (ejecución de obras) será pieza fundamental para lograr los objetivos.

El jefe de obra tiene toda la responsabilidad en el proceso de construcción, y por tanto, un gran peso específico en los resultados de la empresa. De su labor, en perfecta sintonía con el encargado, dependerá el éxito de la obra. Deberemos contar con los mejores. No serán los más baratos, pero serán los más rentables.

Este buen equipo deberá ser la herramienta para realizar un trabajo de calidad. Con ello conseguiremos:
- Realizar una perfecta labor de compras de suministros y subcontratación de los diferentes gremios.
- Evitar la vuelta atrás sobre trabajos terminados y repasos. Suponen incremento de coste sin beneficio.
- Disminuir la postventa. También tiene coste y además daña la imagen de la empresa.
- Reducción de costes indirectos. Derivado de la optimización de recursos humanos y medios auxiliares.
- Cumplimiento de plazos. Como resultado de una correcta planificación y seguimiento ahorraremos en costes indirectos por menor disponibilidad en obra de personal y maquinaria. Igualmente evitaremos posibles penalizaciones.

Todo este trabajo de calidad tendrá como resultado una reducción de costes real, que podremos trasladar a nuestras ofertas, manifestándose en un precio de venta menor. Podremos rebajar el precio manteniendo intacta nuestra expectativa de beneficio.

Aún así, encontraremos "ofertas imposibles" de nuestros competidores. Si está en nuestras manos, analicémoslas. ¿Qué hacen ellos, que no estoy haciendo yo?¿Qué estoy haciendo yo, que ellos no hacen? Estudiemos a la competencia. Tampoco debemos caer en la tentación de dejarnos arrastrar a una guerra de precios. Me viene a la memoria una cita de Antonio Machado, que decía: "Todo necio confunde valor y precio", o ese refrán tan conocido de "nadie da duros a cuatro pesetas". ¿Por qué los citamos tantas veces y, sin embargo, a la hora de comprar sólo miramos el precio?.

Hablando de refranes, siempre me gustó más aquel que decía: "el precio se olvida, la calidad permanece"

En cuanto al control del gasto, cabe mencionar que es el talón de Aquiles de muchos departamentos técnicos, que tienen tendencia a equiparar producción con beneficio. Los responsables de producción deberán tener conocimientos y mentalidad financiera. No pueden incurrir en el gasto de un sólo euro, para el que no haya una contraprestación de ingreso. En coordinación con el departamento financiero, la empresa deberá establecer protocolos de obligado cumplimiento y mecanismos de control económico mensual, trimestral y anual.

Una decisión acertada será trabajar con un ERP, acrónimo en inglés de Enterprise Resource Planning, o como diríamos por aquí, Planificación de Recursos Empresariales. Un ERP es un sistema de gestión que integra todas las áreas de la empresa, producción, compras, financiera, recursos humanos, comercial, etc. El ERP, bien alimentado y trabajado correctamente, nos permitirá conocer la situación real de la empresa en cada momento. Nos alertará de una desviación de gastos; nos actualizará el presupuesto a medida que se vayan concretando las contrataciones; nos obligará a trabajar dentro de los protocolos establecidos; en definitiva, hará fluir la información entre todos los canales de la empresa.

De la suma de ambos conceptos, calidad y precio, se obtendrá el grado de satisfacción del cliente, que materializará nuestra ventaja competitiva.

Saludos amigos
Pedro Domingo

¿Cuándo acaba una obra?

15 de julio de 2011

Para una empresa constructora, una obra acaba cuando se ha cobrado el último céntimo y se ha recuperado el último aval.

Son muchos los jefes de obra, y empresarios, que tienen tendencia a considerar que presentando la liquidación de una obra, ya pueden dar como final el resultado económico derivado de ese acto. No estaría mal que así fuera, pero la realidad es bien diferente.

El primer paso consistirá en que el jefe de obra la elabore y la presente, y ojo que no es un detalle menor. Parece que firmando el Acta de Recepción ya hemos terminado. El promotor tiene tendencia a considerarlo así. Así que, cuánto antes presentemos la liquidación mejor. Es frecuente que al acabar una obra, o incluso antes, se encarguen al jefe de obra otros cometidos. Probablemente, ya esté físicamente en otra ubicación, posiblemente incluso en otra ciudad. Quizá esté ocupado en temas de postventa. Todo esto son circunstancias que ocupan y distraen al jefe de obra del cumplimiento de este hito fundamental, la presentación de la liquidación.

Una vez presentada, deberemos conseguir que dicha liquidación sea aceptada. En el caso de los promotores privados, la negociación puede durar meses, y dependiendo de su estructura empresarial y tamaño, puede requerir de la superación de diferentes filtros. En cada uno de esos escalones, el importe de la liquidación tiene una tendencia “natural” a disminuir.

En el caso del promotor público (las diferentes administraciones), el interlocutor suele ser único, normalmente el arquitecto técnico, en todo caso acompañado del arquitecto, que han llevado la dirección de ejecución y dirección de facultativa.

Nos encontremos en uno u otro caso (público o privado), conseguir que nos firmen la liquidación supone el reconocimiento de la deuda.

El paso siguiente, será el más importante, conseguir cobrar. Estamos comprobando día a día que la mayor parte de los concursos de acreedores están provocados por impagos. Dicho de otro modo, las empresas caen por los impagos, no porque pierdan dinero en una obra (ojo, digo una, porque si es en general, también caerá).

Cobrar es el hito verdaderamente importante para el cierre económico de la obra. 

Consolida las previsiones y serena el ánimo. Ya estamos más cerca del final, pero todavía quedan tareas que no debemos desatender.

Deberemos finalizar cuanto antes la postventa, que supone coste sin ingreso. También es cierto que el coste de la postventa de una obra no se carga ilimitadamente contra el resultado de una obra. Lo razonable sería cargarla durante el primer año (garantía) pasando después a cargarse sobre la dotación que a tal fin hayamos previsto en nuestros gastos proporcionales, como fondo de remate y garantía.

Y por último nos quedaría la recuperación de avales. Que no siempre es una tarea tan fácil como aparenta, especialmente cuando son avales a primer requerimiento. Constituyen una fórmula de presión hacia la constructora cuando se pretende alargar el período de garantía. La recuperación de los avales presentados terminará con el coste de su mantenimiento, y por otra parte liberará nuestras líneas de avales para que podamos presentarlos en otros concursos, o en la firma de otros contratos.

Saludos amigos
Pedro Domingo
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[Off Topic]
Sorprendido y encantado. Desconocía que Hugh Laurie supiera tocar el piano de esta manera.
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La estabilidad del equipo de obra


8 de julio de 2011

Entendemos por estabilidad del equipo de obra la continuidad de todos sus integrantes, jefe de obra, encargado, ayudantes de producción etc., durante de la duración de toda la obra. 

Aunque al inicio de la obra todo el mundo da por supuesto que el equipo que la empieza, va a ser el que la termine, no siempre sucede así. La sustitución de alguno de los miembros puede resultar forzada, necesaria o estratégica.

SUSTITUCIÓN FORZADA
Por agentes externos.
El ejemplo más claro de sustitución forzada por agentes externos lo constituye el veto del jefe de obra por la propiedad.
Por agentes internos.
Generalmente responde a situaciones extremas de incompetencia, negligencia grave o actuaciones calificables de delictivas, que suelen terminar con despidos disciplinarios. 
En la misma situación, pero en el polo opuesto nos encontraremos cuando sea el personal propio quién pida su baja voluntaria en la empresa. 

SUSTITUCIÓN NECESARIA
Habitualmente corresponden a necesidades de reparto de carga de trabajo en el conjunto de la empresa. Es frecuente en fases de inicios y finales de obra, o postventa, cuando surgen nuevos compromisos que atender, nuevas obras. No es extraño ver que un equipo de transición inicia una obra, hasta que un equipo “más fuerte” esté disponible.

También se da el caso inverso, una obra iniciada por un equipo fuerte, y ya encarrilada en contrataciones, plazos, etc., ve cómo este equipo es derivado hacia otra nueva obra más compleja.

Igualmente podríamos considerar la sustitución como necesaria, cuando surjan incompatibilidades en el trabajo del equipo. Como ya comenté en artículos anteriores, el tándem jefe de obra – encargado, debe ser una maquinaria perfectamente engrasada. Si uno de los dos (o los dos) no están a la altura exigible, deberán ser sustituidos cuanto antes.

SUSTITUÓN ESTRATÉGICA.
En el supuesto “amable” tiene un poco de las dos situaciones precedentes. Sustituimos a un equipo, o alguno de sus componentes para evitar “daños colaterales”. Especialmente cuando percibamos el descontento de nuestro cliente, deberemos averiguar sin demora su causa y actuar en consecuencia antes de que se vea forzado a manifestarlo púbicamente.

Existe otro tipo de estrategia que tiene un componente más “oscuro”. Puede darse en situaciones en las que una empresa (no pretendo entrar en sus razones), fuerza la sustitución del jefe de obra en una fase final de la obra, con la clara intención de hacer un borrado histórico de todo el devenir de la obra. Suele afectar a compromisos adquiridos, y no escritos, ya sea hacia propiedades o subcontratistas.

CONSECUENCIAS
Sea cual sea la situación en la que nos encontremos, deberíamos tener presente los inconvenientes que va a provocar la sustitución de alguno de los miembros del equipo de obra, y especialmente del jefe de obra. Aún en el caso de sustituciones no forzadas, siempre existirá una pérdida de información y por tanto, de control, de la obra; incluso aunque el personal sustituido siga perteneciendo a la empresa. Cuando un jefe de obra es trasladado a otra obra, cesa en las responsabilidades y compromisos adquiridos. Siempre cabe la posibilidad de consultarle sobre hechos pasados, pero seamos conscientes de que no va a sentirse plenamente involucrado en el problema, porque ya no es su problema.

Esta es una más de las razones por las que siempre es conveniente, necesario más bien, tener perfectamente documentada la obra; al día y por escrito.

Cuando la sustitución sea forzada, tendremos muy poco tiempo de reacción. Si los superiores han sido suficientemente competentes, habrán detectado las señales que normalmente anticipan estos desenlaces. Con ello es posible provocar una sustitución necesaria, antes de que llegue a ser forzada, siempre más dañina para la empresa. 

En el caso irremediable de una sustitución forzada, una empresa bien estructurada y bien gestionada, también reaccionará mejor y más rápido. Y no solo en cuanto a la sustitución del personal, sino en cuanto a preservar la integridad de la obra, de la información y de los procesos abiertos, tales como contrataciones, certificaciones, planificaciones, etc. 

En estos casos, trabajar con un ERPserá una garantía añadida de que el daño será mínimo.

En cualquier caso, no deberemos olvidar que la situación ideal, tanto para la empresa, como para el cliente, la dirección facultativa y todos los partícipes en el proceso de ejecución, lo más conveniente es que el equipo de obra se mantenga en su integridad, desde el principio hasta el final de la obra.

Saludos amigos
Pedro Domingo
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Comenzando de cero y con la lección aprendida.

1 de julio de 2011

Artículo elaborado y cedido en colaboración por

Tudi Martín
Comunicación y gestión de contenidos.
Máster en Dirección de Comunicación. Universidad Camilo José Cela.
Posgrado en Periodismo Digital UOC
Blog: La noticia más leída.



Comenzando de cero y con la lección aprendida.

Las grúas emigran, cómo lo hacen nuestros profesionales cualificados, en busca de nuevas oportunidades. Ellos marchan a Alemania, Francia, Reino Unido, como paradójicamente antes lo hicieran sus padres o abuelos. Ella, la maquinaria pesada, viaja a Chile o La India para levantar edificios y generar allí negocio.

Son éxodos dolorosos para todos como sociedad porque significan una nueva pérdida provocada por esta crisis que comenzó afectando al ladrillo ajeno y que ha acabado levantando los cimientos de nuestra propia casa.

En casi todas las familias hay un poco más de paro porque a alguno de sus miembros le explotó en las narices una burbuja que, más que pompa liviana, se ha mostrado con la fortaleza de un cóctel Molotov.

Unos trabajaban en el sector, ya no; otros compraron un piso durante el “boom” inmobiliario, no lo consiguieron pagar antes del “crash” y perdieron por el camino el cobijo de su familia y todo lo demás.

La maldita crisis inmobiliaria ha beneficiado a pocos. Los que han salido mejor parados (perdón por lo de “parados”) son los bancos que, en plena desaceleración, lo máximo que les ha pasado ha sido ver reducidos sus beneficios.

Entidades financieras aparte, no nos olvidemos de los actualmente maltrechos ayuntamientos, esos que ahora dan de baja coches oficiales y recortan servicios municipales, los mismos que antes vieron rebosar las arcas municipales con grandes beneficios aportados por la construcción que se esfumaron como gestionados por un mono loco. En los organismos oficiales es manifiesta la necesidad de buenos economistas con grandes dosis de ética, a partes iguales por favor.

Ya va siendo hora de que los bancos rebajen su previsión de crecimiento y abran la mano de los préstamos (según el INE en abril se concedieron un 38% menos). También de que, los que gestionan lo que pagamos, lo hagan optimizando los recursos. Pero no saldremos de esta situación si no asumimos nuestra parte de culpa individual, la que indudablemente tenemos: hemos atado perros con longanizas y comprado cuatro pesetas a duro sin ninguna previsión de futuro.

Todo no es negativo: la crisis nos ha devuelto la sensatez, la intención de seguir luchado y el derecho al pataleo al que un día renunciamos por pura comodidad. Lo tenemos todo para comenzar de nuevo y hacerlo con optimismo y buena fe, ayudándonos entre todos a buscar un futuro social y económicamente más sostenible. En esa labor cada uno de nosotros tiene mucho que decir y hacer, también el sector de la construcción.

Tudi Martín
Julio 2011
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