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Comenzando de cero y con la lección aprendida.

1 de julio de 2011

Artículo elaborado y cedido en colaboración por

Tudi Martín
Comunicación y gestión de contenidos.
Máster en Dirección de Comunicación. Universidad Camilo José Cela.
Posgrado en Periodismo Digital UOC
Blog: La noticia más leída.



Comenzando de cero y con la lección aprendida.

Las grúas emigran, cómo lo hacen nuestros profesionales cualificados, en busca de nuevas oportunidades. Ellos marchan a Alemania, Francia, Reino Unido, como paradójicamente antes lo hicieran sus padres o abuelos. Ella, la maquinaria pesada, viaja a Chile o La India para levantar edificios y generar allí negocio.

Son éxodos dolorosos para todos como sociedad porque significan una nueva pérdida provocada por esta crisis que comenzó afectando al ladrillo ajeno y que ha acabado levantando los cimientos de nuestra propia casa.

En casi todas las familias hay un poco más de paro porque a alguno de sus miembros le explotó en las narices una burbuja que, más que pompa liviana, se ha mostrado con la fortaleza de un cóctel Molotov.

Unos trabajaban en el sector, ya no; otros compraron un piso durante el “boom” inmobiliario, no lo consiguieron pagar antes del “crash” y perdieron por el camino el cobijo de su familia y todo lo demás.

La maldita crisis inmobiliaria ha beneficiado a pocos. Los que han salido mejor parados (perdón por lo de “parados”) son los bancos que, en plena desaceleración, lo máximo que les ha pasado ha sido ver reducidos sus beneficios.

Entidades financieras aparte, no nos olvidemos de los actualmente maltrechos ayuntamientos, esos que ahora dan de baja coches oficiales y recortan servicios municipales, los mismos que antes vieron rebosar las arcas municipales con grandes beneficios aportados por la construcción que se esfumaron como gestionados por un mono loco. En los organismos oficiales es manifiesta la necesidad de buenos economistas con grandes dosis de ética, a partes iguales por favor.

Ya va siendo hora de que los bancos rebajen su previsión de crecimiento y abran la mano de los préstamos (según el INE en abril se concedieron un 38% menos). También de que, los que gestionan lo que pagamos, lo hagan optimizando los recursos. Pero no saldremos de esta situación si no asumimos nuestra parte de culpa individual, la que indudablemente tenemos: hemos atado perros con longanizas y comprado cuatro pesetas a duro sin ninguna previsión de futuro.

Todo no es negativo: la crisis nos ha devuelto la sensatez, la intención de seguir luchado y el derecho al pataleo al que un día renunciamos por pura comodidad. Lo tenemos todo para comenzar de nuevo y hacerlo con optimismo y buena fe, ayudándonos entre todos a buscar un futuro social y económicamente más sostenible. En esa labor cada uno de nosotros tiene mucho que decir y hacer, también el sector de la construcción.

Tudi Martín
Julio 2011
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